La detección de la cuarta onda gravitacional que confirma uno de los postulados fundamentales de la Teoría de la Relatividad.
Las ondas gravitacionales interaccionan con la materia comprimiendo los objetos en una dirección y estirándolos en la dirección perpendicular. Por tanto, los más modernos detectores de ondas gravitacionales tienen forma de L y miden las longitudes relativas de sus brazos por medio de la interferometría, que observa los patrones de interferencia producidos al combinar dos fuentes de luz. Dos de estos interferómetros están en los Estados Unidos – uno en Hanford, Washington, y otro en Livingston, Louisiana – y se llaman LIGO (siglas en inglés de Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser). LIGO es el mayor de los detectores de ondas gravitacionales, con sus brazos de 4 km de longitud (un poco menos de 2.5 millas); Otros detectores son VIRGO en Italia, GEO en Alemania y TAMA en Japón.
Las últimas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo fueron detectadas por el Observatorio Gravitacional Europeo el 14 de agosto del 2017, cuando dos enormes agujeros negros, con masas de 31 y 25 veces la del sol, se fusionaron a unos 1.800 millones de años luz de distancia
El Observatorio Europeo de la Gravedad (EGO) en Cascina, Italia, anunció la detección, por cuarta vez, de estas ondas, generadas por la fusión de dos agujeros negros
gigantes que tenían una masa alrededor de 53 veces la del Sol.
Es solo el comienzo de la observación con la red establecida por Virgo y LIGO trabajando juntos.
Las ondas llegaron a la Tierra en agosto pasado y se generaron a unos 1.800 millones de años luz de distancia.
La onda fue registrada casi al mismo tiempo por tres instrumentos denominados interferómetros, en el detector Virgo, un equipo subterráneo en forma de L que fue reparado recientemente, es el otro observatorio que caza las ondas gravitacionales de Einstein.
Es la primera onda que se detecta fuera de territorio de Estados Unidos y por tres instrumentos casi al mismo tiempo.
Otras ondas
No es la primera vez que «el sonido del universo» llega hasta la Tierra.
Por qué es tan importante que se haya comprobado la predicción de Albert Einstein sobre las ondas gravitacionales
Por qué Einstein tuvo que esperar a que un eclipse confirmara su teoría de la relatividad
En 2015, casi un siglo después de las predicciones de Einstein, los científicos las detectaron por primera vez: un raro «sonido» proveniente del espacio era el resultado de
la colisión de dos inmensos agujeros negros a unos 3.000 millones de años luz de la Tierra.
Luego, en 2016, el Observatorio Gravitacional de Interferometría Láser LIGO, en Hanford, Estados Unidos, lo detectó nuevamente, por tercera vez.
Sheila Rowan de la Universidad de Glasgow, Reino Unido, aseguró a la BBC que, tras este hallazgo, los científicos están en el umbral de una nueva comprensión de los agujeros negros.
«Es tentador ver esta nueva historia de cómo los agujeros negros se formaron y evolucionaron a través de la historia del cosmos. Esta información está casi a nuestro alcance, pero todavía no hemos llegado a ella», aseguró.
Los agujeros negros se forman al final de la vida de las supernovas, una estrellas de gran masa que implosionan, es decir, estallan hacia adentro y generan un campo magnético tan fuerte que puede incluso absorber la luz.
Qué son las ondas gravitacionales
Según Einstein, todos los cuerpos en movimiento en el espacio se «hunden» por su peso en la malla del espacio-tiempo y generan ondas, como cuando una piedra cae en un río.
La astronomía de las ondas gravitacionales permite poner a prueba la Teoría General de la Relatividad de Einstein.
Su detección se considera uno de los avances en física más importantes de las últimas décadas.
Percibir las distorsiones en el espacio-tiempo representa un cambio fundamental en el estudio del Universo, ya que permite observar antiguos eventos invisibles a los radiotelescopios o a los telescopios ópticos.
Mientras que la luz se dispersa al atravesar distintos medios -como por ejemplo, cuando llueve y se forma el arcoiris-, esto no ocurre con las ondas gravitacionales cuando se desplazan por el espacio desde su lugar de origen hacia la Tierra.
Esto permite a los científicos tener una certeza más profunda sobre lo que ocurrió en estrellas ubicadas a millones de años luz de nuestro planeta.